Hola soy Miriam, estoy estudiando animación sociocultural, soy una persona muy feliz y me gusta cantar a todas horas.

sábado, 2 de mayo de 2015

José Luis Galán vuelve con una colección de óleos y dibujos que son una metáfora de la vida

Las pinturas de José Luis Galán tienen algo de metáfora del momento presente, de la situación crítica que atraviesa el país. Destilan precariedad, reflejan una cotidianidad de la que los pinceles suelen pasar de largo, con unos encuadres originales que retienen la mirada de quien se detiene frente a ellos. Esta suerte de crónica de la vida recorre las paredes del Consulado del Mar hasta el 14 de mayo (de martes a viernes de 19 a 21 horas, sábados de 12 a 14 y de 19 a 21 horas y domingos y festivos de 10.45 a 14.15 horas).
El creador burgalés, habla del deterioro general de la sociedad desde las humedades que trepan por la pared de una casa, los desconchones de una tapia, la rotura de las baldosas de un suelo o las latas de cerveza y los yogures estrujados; evidencia esa insistente preocupación por la actualidad con la incorporación de hojas de periódico, un objeto que se repite porque, dice Galán, le permite recrearse en la gama de grises; apela a la comodidad de la cotidianidad elevando hasta el caballete a un váter, al vaso del cepillo de dientes o a una alacena con la puerta entreabierta, que deja ver una cristalería, encima de una encimera con una botella de aceite, otra de vinagre y un brick de leche. Por ejemplo.
«Hace tiempo que mi interés se centra en dar importancia a las cosas que aparentemente no la tienen», resume el pintor de este conjunto de óleos en los que acierta a ver un punto surrealista por la coincidencia de elementos sin relación entre sí. Su interés no está en aquello que es bello en sí mismo.
Confiesa que la composición sigue siendo su principal desvelo en estos bodegones cotidianos. «Me preocupan mucho los objetos que pongo en cada ocasión», dice sin olvidar el papel principal que atribuye a la luz.
Junto a esta mirada a la realidad, aparecen una serie de retratos. Uno de su familia, en el que el espectador ve cómo trabaja y dos individuales, el de su padre y el de su madre. Los únicos,  realizados a partir de una fotografía. A Galán le gusta salir a recoger apuntes, apostarse con su caballete frente al paisaje a plasmar.
De una y otra línea se alejan un puñado de dibujos realizados con el lapicero y que cierran la muestra. Cercanos a un mundo onírico y surrealista, son una avanzadilla del deseo del autor de traspasar la realidad más palpable que recoge su obra figurativa. «Quiero pelear por lograr esa ruptura, por contraponer a este estilo figurativo un punto surrealista», deja caer.

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